“Son tan lentos que parecen tortugas”. Don Antonio Maura y Gamazo jugaba al polo con sus amigos en la granja Solórzano, en Pilar, y su mujer le hizo notar la parsimonia del juego en comparación con la velocidad con que lo practicaban los ingleses. A Don Antonio le gustó el nombre y lo adoptó para el equipo.
En 1925 debió viajar a su España natal para enterrar a su padre, pero sus amigos siguieron concurriendo todos los sábados y domingos. Para ahorrarse el largo viaje de ida y vuelta hasta Buenos Aires, instalaron tiendas de campaña.
A su regreso, Maura quedó tan encantado con la idea que la potenció y se terminó de convencer de hacer realidad su sueño de crear una ciudad deportiva. A las canchas de polo le agregó una de golf de 9 hoyos, una de paleta, pileta olímpica y el club house.
Así, el 22 de agosto de 1930 se firmó el acta de fundación del Tortugas Country Club, al que su fundador le gustaba llamar ciudad deportiva sudamericana. “Un club de amigos y para los amigos”.