Cambiaso llegó a la clínica y a los cinco minutos apareció el bebé, que pesó 3,1 kilos tras el parto natural. Eran las 15.55. En ese contexto nació Adolfo Cambiaso VII, el séptimo Adolfo consecutivo en su rama del árbol genealógico. Con su papá jugando el máximo torneo de polo del planeta y postergando unos diez, quince minutos la ida a la clínica.

Veintiséis de noviembre de 2005. Abierto de Palermo. Partido poco exigente, de cancha 2, para La Dolfina, en el primer año de la formación Cambiaso-Monteverde-Aguerre-Castagnola. Sábado, alrededor de las tres de la tarde. El rival, Centauros-Beaufort, tenía ocho goles menos de handicap (28) y era un cuarteto de extranjeros: los ingleses Luke y Mark Tomlinson, el chileno Jaime García Huidobro y el australiano Jack Baillieu, debutantes absolutos en el torneo.

Pero en el descanso largo le pasaron un aviso importante a Adolfo Cambiaso: María, su señora, estaba por dar a luz. Cerca, en un sanatorio ubicado a cuatro kilómetros de ahí. Tras sentir contracciones a las 14 en Cañuelas, había roto la bolsa a las 15, y poco después los médicos le dijeron al delantero: «Podemos retrasarlo 15 minutos». Sin embargo, Adolfito, competitivo, dudó. «El partido no está definido». ¿Qué hago? ¿Me quedo un chukker más o me voy ya?», se preguntó. El tanteador estaba 12-3… Y el número 1 decidió jugar otro período para asegurar ese triunfo ya más que encaminado. La Dolfina logró un 6-1 en ese quinto parcial, confirmó la goleada y, entonces sí, liberó al papá para que fuera a conocer a su hijo. El primer varón. Mia, la primogénita, había llegado tres años antes, también en época de Campeonato Argentino Abierto, pero no durante un partido.