El tremendo amor de La Reina Isabel II por los caballos

La monarca falleció en el castillo de Balmoral, en Escocia. Fue coronada el 2 de junio de 1953, mientras estuvo en el trono. Vio pasar a 15 primeros ministros y 7 papas. Al cumplir 21 años juró: “Toda mi vida, sea larga o corta, estaré dedicada a vuestro servicio”. Hasta el final cumplió a rajatabla su lema: “Lo primero es la obligación, lo primero es el país”

A los 4 años, cuando recibió a Penny, su primer poni Shetland, Lilibeth -como llaman a la soberana en su familia- comenzó su pasión equina. A los 16 años era una exquisita jinete. Burmese fue su caballo negro favorito durante 18 años, cuando montaba hasta hace muy pocos años en la ceremonias militares de Trooping the Colour, en Londres.

Su primer caballo, Penny, lo tuvo a los 4 años.

Sus caballos nacen en el Royal Stud en el palacio de Sandringham en Norfolk. Luego crecen en el stud en Polhampton en Hampshire, antes de pasar a manos de uno de sus siete entrenadores. Después de que terminan sus carreras, los jubilan bajo su cuidado o son vendidos como padrillos. Su consejero de sangre y carreras es John Warren, quien tomó el cargo de su padre, Henry Hernet, conde de Carrevon, que murió en 2001. En su palacio de Balmoral en Escocia, la reina cría ponies Shetland. Allí abrió un stud para preservar la raza. Y hace lo mismo en Hampton Court con los ponies Fell.

Elizabeth II junto a Adolfo Cambiaso.

El interés de la reina no se limita a los caballos de carrera, sino también el dressage, la conducción de carruajes como la que aún practica el príncipe Felipe, su marido, y el polo. Todos vieron su foto en el palco real de Ascot mirando las carreras apasionadamente. Es la única vez que la reina sonríe abiertamente y celebra el triunfo de sus caballos como uno más.